Las infecciones de oído son una de las razones más comunes por las que los padres llevan a sus hijos al médico. La infección a menudo es causada por la inflamación de las trompas de Eustaquio, que conectan el oído medio con la parte posterior de la garganta y actúan como válvulas de compensación de presión. Si estos conductos se hinchan o se bloquean, se acumula líquido detrás del tímpano y las bacterias tienen un excelente lugar para desarrollarse. Afortunadamente, la mayoría de las infecciones de oído se pueden tratar fácilmente con antibióticos, pero los casos graves pueden requerir la inserción de un tubo de timpanostomía (comúnmente conocido como tubo de oído).

El tubo de timpanostomía es un pequeño tubo que ayuda a que el aire entre y salga del oído medio, manteniendo la presión uniforme y permitiendo que el oído drene. El tubo generalmente está hecho de un material plástico blando y se coloca en el tímpano con una herramienta especial llamada laparoscopio. Luego, el tubo se sella con una pequeña cantidad de pegamento quirúrgico para evitar que el líquido se filtre en el canal auditivo y provoque una infección adicional.

Los niños son más propensos a las infecciones de oído que los adultos debido a la forma y el tamaño de los conductos auditivos, así como a su sistema inmunológico aún en desarrollo. También pueden desarrollar una condición llamada otitis media crónica con derrame, o acumulación persistente de líquido en el oído medio que puede afectar la audición y provocar una perforación del tímpano. Esto suele ser el resultado de infecciones de oído repetidas que no han respondido al tratamiento con antibióticos.

Si bien una infección de oído típica generalmente desaparece por sí sola o con la ayuda de antibióticos, las infecciones de oído recurrentes y la acumulación de líquido pueden causar problemas como pérdida de audición y retrasos en el desarrollo del habla en los niños. En estos casos, un cirujano otorrinolaringólogo puede recomendar un procedimiento para insertar una timpanostomía o un tubo en el oído.

Un tubo de timpanostomía puede ser a corto o largo plazo, dependiendo de las necesidades de cada paciente. Algunos tubos están diseñados para permanecer colocados durante unos 6 meses y luego se caen por sí solos; otros están destinados a estar en un período de tiempo más largo, hasta 18 meses.

Los tubos a corto plazo se usan más comúnmente para niños con infecciones de oído recurrentes y, por lo general, se retiran en una visita de seguimiento al consultorio después de aproximadamente seis semanas. Durante esta visita, el médico verificará si los tubos están haciendo su trabajo al observar los oídos de su hijo.

Después de la cirugía, su hijo puede estar un poco aturdido o irritable durante unas horas después de que lo lleven a casa. Debe darle paracetamol o ibuprofeno para aliviar el dolor y la incomodidad. También deberá asegurarse de que su hijo tome antibióticos durante aproximadamente una semana para curar la infección.